Oxido
¿Ves mis manos? La tengo entumecidas y es
una sensación extraña, se contraen, se
endurecen. De pronto me he vuelto viejo y siento que he gastado
rápidamente mi vida. Cuando era niño y vos no estabas, tuve la idea de provocar
la corrosión de un autito de metal que me hizo papá. Todos los días lo sumergía
en un balde con agua y después lo dejaba al sol… Poco a poco el juguete perdió
su pintura, quedó como materia cruda, y con el tiempo se volvió amarillo,
cubierto por capas y capas de su misma materia corrompida, oxidada. Yo quería
que el autito desapareciese, se desarmara en su mismo elemento como sucedía con
el cuerpo de papá, en ese momento, bajo tierra, a tres metros de profundidad…
Hoy he visto ese juguete. Tardará aún
mucho tiempo en descomponerse… en cambio para nosotros el proceso es de otra
manera. La alegría, el amor, la salud se oxidan rápidamente. Yo tengo capas y
capas de tristeza. Tengo el odio acumulado por todas las cosas que nos hiciste,
mamá. En esta noche no estoy con vos, sólo está esa cáscara de algo que
abandonaste al sol y se oxidó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario